MÁS ALLÁ DEL HIPERCUBO
MÁS ALLÁ DEL HIPERCUBO
No es posible pensar críticamente si no nos liberamos de la caja opresora donde vive encerrada nuestra mente. No es posible conseguir la disrupción sin dominar el pensar crítico.
La caja sería el pensamiento normalizado o sumiso e inducido. En otras palabras, hablamos del pensamiento estándar, que aporta soluciones para cualquier posición vital o social y que es adoptado acríticamente por una gran mayoría de personas. La caja aliena nuestra condición de ser humano y la pone en manos de otros, mientras pensamos ingenuamente, que somos libres.
La caja: el pensamiento sumiso
Inconscientemente, seguimos normas y prácticas, que se han establecido como correctas y nos felicitan por ello, o nos retribuyen incluso, de alguna manera, cuando las seguimos. El hacer las cosas bien y ser admirado por ello, no es que sea nuestra "zona de confort", sino que es nuestra zona de servidumbre. Hacer lo correcto, es probablemente, hacer lo incorrecto para nosotros, sin saberlo. Es hacer lo que otros necesitan que hagamos, y solo pueden conseguirlo, mediante un marco mental artificial, en el que se nos recompensa constantemente, para que permanezcamos en él.
Este marco conceptual, que nos convierte en prácticamente en esclavos, es lo que podemos llamar "la caja" (traduciendo la expresión inglesa "box" de "thinking out of the box") o el cubo, cómo es su representación gráfica. Para salir del cubo, donde la sociedad nos ha encajado, hay que pensar al cubo, es decir, más allá de la caja. Pensar al cubo es una manera disruptiva y rebelde de pensar, para salir de la caja cúbica ("out of the box").
En italiano una pesadilla se llama un incubo. Un término derivado del latín y que en la mitología popular de la Edad Media, dió nombre a un demonio, que imaginariamente tenía relaciones sexuales con mujeres dormidas, que vivían la experiencia como un sueño del que no podían despertar. El cubo hace referencia a la sumisión inconsciente. Salir del incubo es una prioridad esencial. No es que salir fuera del cubo te ayude a ser creativo, a asumir retos o a pensar criticamente, es que es la única manera de ser libre, de tener un pensamiento propio y auténtico, para poder tomar decisiones independientes y conseguir los propósitos personales.
La caja está formada por los discursos dominantes, introyectados socialmente, a través de todos los medios posibles, diseñados por organizaciones discretas, que buscan conseguir la sumisión mental de la ciudadanía. Las personas están absolutamente indefensas ante las industrias del pensamiento. Al final, uno ha introyectado unos hábitos de pensamiento, que lo mantienen encerrado en el pensamiento normalizado.
Pensar criticamente, es romper uno o más lados de la caja. Abrir o romper la caja. Una caja cúbica, como nos enseña esta metáfora, tiene seis lados o límites. Romperlos todos, romper cada una de las superficies que nos encajonan, superar los límites que nos aprisionan, es pensar al cubo.
Pensar dentro de la caja
Pensar dentro de la caja es hacer un MBA. Es recibir la formación estándar, es moverse dentro de los estándares óptimos de la industria. Es un enfoque orientado a la planificación y a la ejecución, lo cual es lo más adecuado para entornos predecibles de baja incertidumbre. La mentalidad servil de los encajonados es la excelencia de la gestión, la falta de creatividad, la aversión al riesgo, en definitiva, la falta de sueños, la falta de rebeldía, así como el déficit del espíritu emprendedor e innovador. Para salir de la caja, hay que haber vivido o malvivido en la caja. Tenemos demasiados rebeldes sin causa y un exceso de emprendedores sin misión de empresa, vendedores a corto plazo.
Hay un sentimiento crítico y también destructivo con las normas establecidas, que se debe tener y sentir imprescindiblemente, para salir fuera de la caja o para hacer algo nuevo. Hay que tener la voluntad de una cierta destructividad creativa. No debe faltar la intención de superar los retos, de ganar. Los rebeldes con causa, son los que salen de la caja. Hay que pensar diferente, para hacer cosas nuevas y originales. No se puede ser ni sumiso, ni politicamente correcto. Los nuevos líderes están en la lista de despidos de las empresas de tipo elefante.
Pensar al cubo es un aventura, un riesgo, pero para eso tiene que haber una motivación personal, una iluminación, un rechazo por los encajados/encajonados. A partir de ahi, es posible aprender a reconducir esa necesidad crítica, esa rebeldía constructiva, fundamentada en un ideal regulativo, compartido por muchos, que redundaría en una ganancia colectiva.
Los lados o superficies del cubo (límites queremos llamarlos), se pueden desarrollar como un recortable de cuadrados en dos dimensiones, que pegados adecuadamente conformarián un cubo, o desplegar como un hexágono para visualizar mejor los límites del pensamiento en dos dimensiones. Los límites son en realidad umbrales, porque no son una línea que divide con nitidez dos mundos, más bien es una línea borrosa, un terreno intermedio que hay que atravesar hasta estar al otro lado.
Veámos los lados de la caja. Los grandes paralizadores del pensamiento, que hacen que permanezcas sometido a la opresión de la caja. Los grandes miedos disfrazados de indeleble superioridad y falsa autosuficiencia.
Romper la caja: los seis límites del pensamiento
El pensamiento que planteamos es un pensamiento afilosófíco, construido con las metodologías de la filosofía pero sin sus teorías. Se trata de un abandono de la filosofía, del complejo hipertexto de teorías interrelacionadas, por un pensamiento que todo el mundo puede aprender. A la filosofía inútil, aburrida y abstracta, practicada por expertos filósofos, defendemos un pensamiento útil, divertido y práctico, para todo el mundo, un pensamiento crítico, ubicuo y universal.
El cubo está formado por sus seis lados, que son unas superficies limitantes o límites. Cada lado se puede romper haciendo una determinada presión. Para ello, hay que utilizar una acción específica, entre las siguientes: 1) Duda; 2) Critica; 3) Habla; 4) Razona; 5) Comprende; 6) Siente.
1. DUDA = Rompe las normas contra el límite "no se puede cambiar"
Hablamos del yo. Hay que romper con el confort y la servidumbre, que nos hace permanecer en la posición, en la que creemos que nada se puede cambiar. La duda nos permite romper las normas, cuestionarnos los hábitos irreflexivos y trascenderlos, planteandonos nuevas soluciones. Primero de todo, hablamos de hábitos personales, de aquello que pensamos que somos, porque sino somos capaces ser lo que pensamos, de analizarlos y mejorar, no seremos capaces de pensar en absoluto. El límite que nos hace imaginar, que las cosas no se pueden cambiar, nos hace permanecer dentro del pensamiento normalizado. Es la duda sobre la certeza, sobre las cosas que parecen naturalmente correctas. La duda es una actitud de análisis permanente, es la oportunidad de hacer las preguntas, especialmente las preguntas extremas, aquellas que pensamos que son incorrectas o no tienen sentido. Es la cadena de los porqués. Para dudar, al menos, hay que preguntarse "por qué" más de cuatro veces sobre un mismo tema.
El sesgo personal es el que nos dice que no se puede cambiar, es como una fuerza que nos obliga a persistir en nuestra zona de servidumbre, en los estándares sociales. Es el autoengaño constante o sesgo de confirmación, que nos hace leer solo lo que valida nuestras posiciones intelectuales. Es el dejarse llevar por las emociones en vez de por la razón. Esto nos hace más vulnerables ante un ataque de los que están fuera de la caja. Es el ser inmóvil. El pensamiento es cambio.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Quienes somos?
¿Somos quien somos?
¿Somos quien dicen que somos?
¿Somos quien queremos ser?
¿Queremos ser lo que quieren que seamos?
¿Podemos ser lo que queremos ser?
¿Podemos ser lo que no quieren que seamos?
Sí se pueden cambiar las cosas, siempre hay que empujar el cambio.
2. CRITICA = Vence el miedo contra el límite "no hay problemas"
Hablamos de los problemas. Hay que romper con ideología de la positividad absoluta, que no permite ver problemas, o crear problemas donde no los hay. Obviar la negatividad vuelve toda la positividad negativa. Si aceptamos el momento negativo de la negatividad, la positividad llegará a ser positiva. Debemos rehuir de toda falsa positividad. Se nos dice que seamos positivos, pero no puedes ser positivo si antes no eres negativo, sino viviras en la mentira más cruel. Si dudas y si te haces las preguntas correctas, al final llegarás a problematizar tu área de servidumbre/confort para trascenderla.
La deconstrucción es previa a la reconstrucción y la destrucción a la construcción. Nada se crea de la nada. Analizar es recolectar información útil y significativa, que sirva para toma decisiones trascendentes. Muchas veces se habla de "crítica constructiva", eso solo rige para las normas sociales en un contexto determinado, pero la resolución de problemas requiere una crítica destructiva sin paliativos. Políticamente incorrecta. Existe un miedo a los problemas, y al "qué dirán" cuando descubres problemas. La crítica requiere valentía, contra el conformismo, contra la aversión al riesgo. No podemos engañarnos a nosotros mismos si queremos solucionar problemas. No se puede salir de la caja sin asumir riesgos, sin intentar conseguir, lo que nos parece imposible.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Qué es lo que no funciona?
¿Qué es lo que hay que hacer para que deje de funcionar?
¿Que partes permiten una recomposición diferente?
¿Qué pregunta no se puede contestar?
¿Qué es lo que no encaja?
¿Qué es lo que no tiene lógica?
¿Qué es lo que está por debajo de la media (expectativas, justicia, etc.)?
¿Qué es lo que hacen otros que no hacemos?
Siempre hay problemas, y hay que descubrirlos cuanto antes, porque es allí donde empiezan las oportunidades.
3. HABLA = Inicia el diálogo contra el límite "los demás no saben nada"
Hablamos de los otros. No podemos razonar solos. La reflexión es ya un diálogo figurado con uno mismo. El soliloquio, el monólogo, el dialogo interior, la reflexión individual, son el primer paso del pensamiento. Sin auto-conciencia: sin el yo soy yo, sin el pienso luego existo, sin el propio auto-reconocimiento, no hay pensamiento posible. Para pensar hay que desdoblarse, hay que oponerse a uno mismo, hay que criticarse como cuando uno se contempla en un espejo. Después de este paso, no podemos tener certeza si nuestra auto-conciencia no es un sueño, a menos que un testimonio externo nos reconozca.
Somos animales sociales, el lenguaje, la realidad es un consenso colectivo, no podemos prescindir de los demás. Necesitamos a los otros, para aprender, para cambiar nuestros puntos de vista, para abrirnos a lo diferente, a lo que no tenemos, para crecer, en definitiva, para pensar. Por eso es importante interactuar con otros. Razonar, pensar, es siempre dialogar. Hacer preguntas y responder. Ahora bien, no es fácil encontrar el interlocutor adecuado. Eso lleva tiempo, es necesario un proceso largo de prueba y error para encontrarlo, y luego entrenamiento para sincronizarse. A veces, puede ser un amor a primera vista, pero es imprescindible tener interlocutores. Las redes de pensamiento, de gente que piensa colectivamente, son como redes neuronales, que resuelven problemas. Es como funcionan las revistas científicas, ante artículos que proponen cosas nuevas, son un grupo de representantes de la comunidad de conocimiento (los pares), los que deciden si el objeto tiene relevancia y el método rigor. Ante una objetividad imposible, una intersubjetividad sabia se impone.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Quienes son los otros?
¿Qué quieren los otros?
¿Qué aportan los otros?
¿Cómo los otros me pueden ayudar a conseguir mis metas?
¿Qué es lo que no se que otros saben?
¿Quienes son los que saben más que yo?
¿Cómo puedo saber lo que no se?
Los demás siempre saben algo que tu no sabes: "lo que tu sabes que yo no sé y lo que yo sé que tú no sabes" potencia el conocimiento y el pensamiento colectivo. Además, los otros no están condicionados por tus condicionantes.
4. RAZONA = Analiza la coherencia contra el límite "no tiene sentido lo que dicen mis adversarios"
Hablamos de la lógica. Tenemos que someter nuestros razonamientos a una disciplina formal para garantizar, que en el caso que las premisas sean ciertas, las conclusiones también lo sean. Cuando buscamos respuestas, el enunciado o el discurso resultante, lo que llamamos la argumentación, necesitamos que sea racional y esté bien desarrollada, sin trampas, ni engaños.
El razonamiento formal, es decir, prescindiendo por un momento, de si algo es verdad o no, nos permite construir argumentos válidos. Si defendemos una verdad con argumentos no válidos, al final, estaremos engañando a nuestros interlocutores y el hecho, que sea verdad, será irrelevante. La lógica en general (de enunciados, de predicados, difusa, deóntica, etc.), nos permite elaborar pensamientos válidos, que cuando son veraces y contrastados, tienen la fuerza de una apisonadora. Reconocer las falacias, las trampas del razonamiento ilógico, es esencial para poder pensar. La coherencia racional determina una acción sensata y consistente. Es muy importante reconocer lo falso, lo engañoso que tiene apariencia verosímil. Ir más allá de las fake news, de la posverdad, tanto de nuestro campo como del campo contrario. El antagonismo de los adversarios es útil para superarse, pero si no se resuelve mediante la comprensión, se convierte en algo negativo.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Si no tiene sentido es que tiene truco?
¿Cual es sentido del sinsentido?
¿Las premisas son ciertas y verificables?
¿Las conclusiones son una consecuencia de las premisas?
¿Los razonamientos son progresivos y estructurados?
¿La argumentación es absurda o engañosa?
Siempre puede buscarse un sentido al sinsentido, aunque sea detectar una falacia con la que nos quieren engañar.
5. COMPRENDE = Construye la realidad contra el límite "no me afecta lo que piensen los demás"
Hablamos de la comprensión. Ahora ya no hablamos de la forma, sino del fondo. Esto tiene que ver, no con la formalidad del razonamiento, sino con el significado. Es el razonamiento profundo, que trata de comprender incluso lo incomprensible. Aquí nuestras herramientas son la semántica, la pragmática y el razonamiento científico (falsacionismo). La comprensión del mundo, de la realidad, como el gran texto en el que estamos inmersos, es parte fundamental del pensamiento. De hecho, es la parte más importante. Comprender algo quiere decir involucrarse mentalmente, hacer parte de ello, considerar que somos responsables de cualquier cosa que ocurra, que siempre podemos hacer algo. ¿Cómo entendemos a alguien que es muy diferente que nosotros? Poniéndonos en su lugar, introduciéndonos en un ámbito ajeno. ¿Cómo entendemos una situación difícil? Desde luego no olvidandola o negandola, sino asumiendola, entendiendola desde dentro, como cuando desmontamos un motor y vemos cómo se mueven las piezas. Tenemos que entender que todo nos afecta, que si todo nos afecta y somos capaces de empatizar, quiere decir que entendemos la situación, porque así o la podemos encajar o podemos actuar en consecuencia.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Conozco el contexto?
¿Reconozco los discursos donde estoy inmerso?
¿Entiendo los mensajes hasta sus últimas consecuencias?
¿Soy capaz de comprender la situación en la que estoy?
¿Soy capaz de resolver las contradicciones en las que me encuentro?
¿Como puedo cambiar la situación?
¿En que me condicionan los discursos que me afectan?
¿Cómo puedo responsabilizarme de los problemas que provocan los discursos?
Todo es para mi, todo me debe interesar y yo hago parte de todo, me responsabilizo y actúo, decido. Es es el espíritu.
6. SIENTE = Busca el sentido contra el límite "no sirve para nada"
Hablamos de la felicidad. Necesitamos dar sentido aquello que hacemos. Lo que dudamos, critcamos, razonamos, hablamos y comprendemos, no sirve para nada sino tenemos un propósito y sin ello, tampoco podemos tener un propósito. Es algo paradójico, pero así funciona. El propósito es el origen, pero también el fin del pensamiento. Es el impulso vital, la voluntad de poder, la que nos lleva a hacer cosas, a construir, a crear y para ello, a pensar, pero al pensar, si realmente pensamos hasta sus últimas consecuencias, a bien seguro, que acabará por cambiar nuestro propósito vital. Te conviene dejar de buscar el sentido de la vida, por qué el sentido del sentido es dejar de buscar el sentido, es encontrarlo y ser feliz.
La vida no tiene sentido si no tiene sentido, o mejor dicho, si no tiene un sentido. Y el sentido hay que sentirlo, porque si no, no es auténtico.
Preguntas que podemos hacernos:
¿Para qué estoy aquí?
¿Quien me importa?
¿Que me importa?
¿Qué es lo que tiene sentido para mí?
¿Qué propósito tiene la gente que admiro?
¿Qué es lo que me sirve para servir mi misión?
Todo sirve para algo. Hay que encontrar siempre el propósito.
Pensar fuera de la caja
Pensemos, que el problema principal del pensar es que las personas no piensan. No que no piensan fuera de la caja, sino que no piensan en absoluto, porque utilizan la parte del cerebro reptiliano, instintiva, y en ocasiones, agresiva, impulsiva, que es la primera línea de reacción, que nuestro ser pone en funcionamiento, como herencia de nuestros ancestros pre homínidos como los reptiles. No podemos negar la animalidad de los seres humanos, aunque hay que reconocer, que unos son más animales que otros. Esa capa cerebral solo representa el 5% del total, sin embargo, es la protagonista de los grandes desmanes personales, sociales e históricos. El cerebro límbico, un 10% del total, se encarga de gestionar los estímulos de manera emocional. Y solo hace que empeorar las cosas, ahí tenemos también una buena parte de la humanidad enganchada. Solo el neocortex, nada menos que el 85% restante, ampliamente en desuso, es donde reside el razonamiento y el pensamiento. Para poderlo utilizar, se requiere un oportuno entrenamiento, cada de vez menos presente en escuelas y universidades. Si no se estimula y orienta, es imposible, que el pensamiento sea crítico y no un mero validador de emociones negativas. Un fake thinking (cfr. El problema no son las fake news es el Fake Thinking) acabará sustituyendo a nuestro pensamiento propio. Los discursos holísticos sustituyen a las religiones y a las ideologías. Así ya no necesitamos pensar, a cambio, tenemos todos los grandes problemas resueltos y las grandes preguntas contestadas. Aunque eso, precisamente, en vez de satisfacernos, nos haga cada vez más infelices. Lo hemos dicho en broma, en alguna ocasión, hay que rebelarse contra los reptilianos, contra aquellos cuyo pensamiento está dominado por el cerebro de reptil, por los que viven agresivamente, combatiendo amenazas inexistentes, y creando discursos sofisticados para el dominio social.
Pensar fuera de la caja, de manera crítica, divergente y disruptiva, es necesario para reducir la incertidumbre, y adaptarse a las nuevas situaciones. Una vez rota la caja, podemos explorar y construir mundos nuevos, que nos permitan comprender y solucionar los problemas, que de verdad nos importan.
A pesar de las dificultades encontradas, la alegría y la satisfacción que se alcanzan cuando se consigue en virtud del pensamiento crítico, entrar en un universo nuevo a través de la comprensión, no tiene comparación posible en la experiencia humana. La experiencia de la disrupción, no tiene parangón.
El pensamiento disruptivo, el que genera la disrupción propiamente dicha, no se puede conseguir sin primero ejercer el pensamiento crítico en toda su profundidad, esto solo puede hacerse si pensamos al cubo, si nos libramos de los límites coercitivos del pensamiento normalizado.
Más allá del cubo: el hipercubo
Hasta aquí (Parte I) todo ha sido muy sencillo, pero intentemos comprender la complejidad de la realidad mental en la que los encontramos, el mapa de la inteligencia pensante. Una vez hemos conseguido salir de la caja, aunque sea solo por uno de sus lados, estaremos en situación de acelerar el desarrollo de nuestro pensamiento crítico. Pero ¿qué hay más allá de la caja? ¿Un espacio libre e infinito? No. ¿Un acceso a la libertad pensamiento absoluta? Tampoco. El fuera de la caja, la exterioridad del cubo, en realidad, no existe. Lo que hay es más cajas, más cubos, y así al infinito. Lo que hay fuera de la caja, el lugar donde está la caja, es el hipercubo. En su versión más simple, el teseracto. Un cubo en cuatro dimensiones, un cubo evolucionado en el tiempo. Pero podría tener cualquier número de dimensiones. Un hipercubo de diez dimensiones sería un decaracto, con 1.024 vertices, aunque se puede definir matemáticamente, es imposible de imaginar.
El teseracto sería el cubo con tres dimensiones espaciales más una dimensión temporal, que aún podemos representar en tres dimensiones, de la misma manera en que hemos representado al cubo en dos dimensiones en la Parte I (Cubo de Rais), para poderlo doblar y pegar, pero es difícil de concebir. Se puede representar con el diagrama de Schlegel o con el de Hasse, pero la vista estereográfica, que utilizó Dalí en su cuadro Crucifixión (Corpus Hypercubus), quizás sea la que nos ayuda más a comprender, como fuera del cubo solo hay cubos. Si cogemos un cuadrado y lo proyectamos dándole altura, conseguimos un cubo. (Si alguien quiere introducirse en el apasionante mundo de los politopos, unas criaturas mentales más apasionantes que los fractales, ver aquí).
Hipercubo teseracto estereográfico
Si proyectamos un cubo a una dimensión espacial más, conseguimos un hipercubo. El teseracto se considera un cubo proyectado en el tiempo, por qué el tiempo es para nosotros, la cuarta dimensión. Consideramos, que según la Teoría de la Relatividad, espacio y tiempo, son el mismo entramado geométrico. Lo que hace posible, en última instancia, los viajes en el tiempo. Una deformación espacial, cómo suscita la fuerza gravitatoria, conlleva también una deformación del tiempo.
Teseracto en Interestellar
En la película Interestellar tenemos la interpretación, que al entrar en un agujero negro masivo, entramos en un teseracto (NdA: a pesar de ser una película basada en ciencia, este particular es ficción, y para nosotros es una metáfora, que ayuda a comprender el funcionamiento de la realidad) donde están ocurriendo, al mismo tiempo, varios momentos históricos diferentes. El tiempo se convierte en una dimensión espacial, con lo que el protagonista puede comunicarse con personas en otros momentos del tiempo, con solo desplazarse.
El teseracto como estructura simplificada de significado
El concepto de teseracto (pero cualquier número de dimensiones puede ser también considerado), permite entender que los seis límites del cubo del pensamiento que hemos descrito, son recursivos. La crítica se supera con más crítica, la duda con más duda y así sucesivamente. Más allá del límite superado, encontramos otro límite de igual naturaleza y así al infinito, en nuestra vida, en nuestra evolución. Lo que nos lleva a pensar, con toda certeza, que probablemente ya estuvimos en una caja, que no recordamos, pero de la cual ya nos hemos librado. Por tanto, tampoco nos hagamos ilusiones, o no tengamos visiones simplistas, siempre estaremos dentro de una caja, de un cubo, pues así es la realidad. La realidad misma es el hipercubo. El cubo no deja de ser algo imaginario, mental, virtual, algo inscrito en el lenguaje, donde siempre es posible un metalenguaje, pero no por ello, menos real. De igual manera, siempre cabe una metacrítica, una crítica de la crítica, y así hasta el infinito y más allá. El cubo es la estructura de significado en la que habitamos, indistinguible de la realidad misma.
Ahora bien, lo que está claro es que quien puede haber pensado en una dimensión más de aquella en la que están la mayoría de las personas, tiene una ventaja sobre aquellos que siguen en el cubo inferior. Y esa ventaja, esa diferencia, es una ganancia, que puede traducirse en saber, en sabiduría, o en poder, en dominio. Esa es la razón por la cual las industrias del pensamiento, intentan evolucionar más rápidamente, que cualquier persona, para poderles ofrecer unos límites satisfactorios en un cubo, donde vivir sin preocupaciones. Los cubos/hipercubos son constructos lingüísticos creados por la interacción humana. Son discursos dentro de los cuales actuamos los humanos. Cuanto mayor es su complejidad estructural, mayor potencia significativa, mejor capacidad de descripción, y como consecuencia, implica una realidad más rica, pero por ello, menos fácil de comprender y de gestionar. A la estructura semántica bidimensional de Hjelmslev, proponemos el hipercubo cuadrimensional, como primera hipótesis de trabajo, pero el modelo trabaja mejor a partir de cinco dimensiones. A la casilla vacía de Deleuze, proponemos el punto como el hipercubo de dimensión cero, como singularidad generativa del hipercubo, como catástrofe generadora de los límites del cubo. A partir del estado caótico del punto, la inteligencia generativa crea los segmentos, las proyecciones. las geometrias, o en otro orden de conceptos, las meta-reglas de enunciación, que pueden crear los discursos, en definitiva, la gramática de la realidad.
Cubo de cinco dimensiones representado en tres
La indeterminación de la intercubicidad
El drama humano es la indeterminación radical de la traducción entre cubos. A pesar que la lógica, o por simplificar, los esquemas mentales son parecidos, ya que responden a patrones estructurales similares, la aparente exterioridad de un cubo de otro, su alteridad, lo convierte en contradicción y antagonismo, una parte esencial del mecanismo evolutivo, pero que muchas veces lleva a la destrucción mutua. Para que la competencia y la cooperación sean productivas, se necesitan mecanismos de traducción, como por ejemplo, hacen los divulgadores con la ciencia. La realidad es compleja y para gestionarla hay que contemplarla, pero para tener apoyos hay que simplificarla, y así hacer entendibles los problemas. De esta manera, parece que lo más importante no es solo salir de la caja, porque en alguna nos quedaremos atrapados -aunque sea temporalmente-, sino comunicarse entre cajas, lo que podemos llamar con un nuevo concepto, la intercubicidad, que sería la intersubjetividad a través de los discursos, la capacidad de traducir distintos niveles y espacios de pensamiento entre sí. Una actividad siempre incompleta y proclive a provocar malentendidos, pero absolutamente necesaria.
Todo lo que aquí metaforizamos como hipercubo es lo que se puede definir precisamente con las ciencias de la información y del lenguaje (semántica, pragmática, teoría de la información, ontologías, etc.). La ventaja de hablar de hipercubo es dar una representación visual a la problemática social entre pensamiento y acción, entre prácticas discursivas y no discursivas, entre niveles de discurso y metadiscurso, entre sentido y realidad. Esto nos hace ver mejor el conflicto que recorre el hipercubo, que no es una remanso de paz, sino una interacción que se debate entre el conflicto y la cooperación. Lo que nos destruye es la guerra mental entre los cubos, el conflicto discursivo.
El pensar como inteligencia del hipercubo
Pensar es una cuestión de actitud, no hay que cesar en el empeño, por eso, pensar no debe tener ni fin, ni final. Ser capaces de pensar críticamente, reduce la incertidumbre y nos ayuda a decidir bien. Pensar es procesar información, y concretamente, es la inteligencia humana quien lo realiza. El pensamiento en el hipercubo es posible gracias a la inteligencia cósmica de la que formamos parte. Pensar a través del hipercubo es metapensamiento, es ser consciente que pasamos de un cubo a otro, que pasamos de un lado a otro, cortocircuitando la realidad, encontrando atajos en el tiempo, que nos permiten aprender rápido, resolver problemas y encontrar soluciones, más allá de lo esperable, y ahorrarnos una cantidad importante de caminos espúreos, y de tiempo malgastado.
Ser conscientes del hipercubo, hiperconscientes del cubo, del teseracto, del desarrollo del cubo a través del cual pasamos a otro a través del pensamiento, es un acto de hiperinteligencia humana como aquella inteligencia, que se relaciona con cualquier inteligencia espaciotemporal. La complejidad del hipercubo es la capacidad de la inteligencia de utilizar un ratio de densidad de energía cada vez mayor. Y ese gasto exponencial, es evolutivamente necesario, lo contrario es la muerte, disolver los cubos, volver al punto. El consumo energético no es algo socialmente determinado por el capitalismo, son las Leyes de la Termodinámica, que afectan a la evolución cósmica desde el Bing Bang. Hablamos del pensar como inteligencia del hipercubo ubicuo. La evolución incrementa la complejidad, lo que requiere cada vez mayor uso de energía, de información, de lo contrario, la caída en la simplicidad significa la muerte del sistema, la victoria de la entropía.
Mientras nuestro físico vive, o lo que es lo mismo, mientras envejece, consume energía disponible y la convierte en trabajo, luchando contra la entropía, sigue irreversiblemente la flecha del tiempo definida por la segunda Ley de la Termodinámica. La inteligencia del hipercubo, la especie humana como estructura disipativa, durante su vida útil, se mueve inmóvil por el hipercubo, siendo capaz de proyectarse al futuro y al pasado, humano y no humano, porque forma parte de esa inteligencia ubicua del cosmos, por la que podemos discurrir libremente, mientras pasa de unos a otros, de generación en generación, de lo humano a lo artificial, y de lo artificial, otra vez a lo natural. Del punto al hipercubo y del hipercubo al punto. No hay un punto de entrada, ni un punto de salida.
Rais Busom
Explora la sección donde la verdad y la mentira se entrelazan, donde el desorden y la confusión dan forma a nuestra percepción, y donde la unidad y la dualidad coexisten, desafiando nuestras nociones más fundamentales de la realidad. ¿Cómo podemos discernir la esencia de nuestra existencia en este delicado equilibrio?
Resulta fascinante, ¿verdad? Cada individuo navega por un mar de percepciones propias, un universo particular donde la realidad se viste de símbolos forjados a lo largo de los siglos. Nos encontramos inmersos en un lienzo bordado de creencias religiosas y espirituales, ideologías políticas y económicas que moldean nuestra visión del mundo. La historia, a menudo mal relatada o incluso perdida, se entrelaza con malentendidos, verdades y mentiras; se construye sobre falacias, sofismas, dogmas y encantamientos de pensamiento mágico. Doctrinas que se proclaman ciertas se desvanecen ante el escrutinio. En este laberinto de realidades, la pregunta que resuena en los corredores del pensamiento es eterna: ¿Qué es, entonces, la verdad?